Hace unos años un compañero de trabajo se endeudó en 300 USD en apenas 5 segundos.
Le pidieron que ensamble una computadora de escritorio.
Él dijo que sabía como hacerlo, así que le dieron los componentes y una mesa para trabajar.
Si no sabes cómo funciona una computadora por dentro (es importante para esta historia), te explico brevemente:
Hay una placa de circuitos sobre la que conectas todo, incluyendo el procesador, que es como el cerebro de toda la computadora.
Y es muy importante que coloques ese cerebro en la posición correcta, porque si lo haces mal, vas a dañar los conectores de una manera irreparable.
Y eso es precisamente lo que hizo mi compañero.
Se cargó un procesador de 300 USD por no fijarse que estuviera en la posición correcta.
—¿No que sabías ensamblar computadoras? —Le preguntaron.
Y su respuesta…
—Seguí un curso hace tiempo. No se veía tan complicado 😀
Ese chiste le costó la mitad de su salario de ese mes, pero le dejó una interesante lección:
Que sepas la teoría no necesariamente significa que puedas aplicarla.
Para eso se requiere práctica. Y bastante.
Los técnicos de la empresa recibían una capacitación antes de ponerse a trabajar con las computadoras que llegaban para reparación.
Y aún así a veces metían la pata.
Pero poco a poco se volvían más diestros, trabajaban más rápido y cometían menos errores.
Y eso es precisamente lo que tienes que hacer con el inglés:
No te obsesiones con la teoría, también llamada gramática.
Puede ayudarte, sí, pero si te enfocas únicamente en eso no llegarás muy lejos que digamos.
Necesitas práctica.
Hablar, escuchar, leer y escribir.
Solo de esa forma aprenderás a usar el inglés para comunicarte con otras personas.
Y formas de practicar hay muchas, aplicaciones, intercambios de idiomas, profesores privados…
Yo te ofrezco la tercera opción:
Clases online con profes bilingües.
Profes que ya pasamos por el camino que tú estás empezando.